HENRY JUAN MONSIEUR: "LA FE EN EL TRABAJO"

Un encuentro casual con Henry podría inducirnos a pensar que es un centroeuropeo más que ha descubierto, a sus 71 años, las bondades de nuestro clima y ha decidido quedarse a vivir entre nosotros.

Nada más lejos de la realidad. Este español de origen Belga, lleva más de treinta años viviendo en “su querida España” y durante todo este tiempo ha sido capaz de levantar una empresa líder en el sector alimentario de ámbito nacional: PUNTO GOFRE.

Su secreto, la fe en el trabajo.

UNA VIDA DEDICADA AL COMERCIO

Henry Juan demostró desde muy joven sus dotes para el comercio cuando a los doce años, y casi a escondidas de sus padres, ya vendía por la calle figuritas a los transeúntes “la gente llegaba a creer que había robado el material que vendía, pero yo demostraba con documentación que había comprado todo a una empresa”-. Posteriormente realizó estudios de comercio que le valieron para desarrollar su espíritu emprendedor.

También en su juventud cultivó y desarrollo una curiosa aptitud: la magia. De esta forma llegó a ser mago profesional y ganarse la vida con ello llegando a practicarla en países tan exóticos como los del sur del continente africano.

Sin embargo y pese a tener algo de mágico, Punto Gofre ha sido construida piedra a piedra con grandes dosis de perseverancia.

UN BILLETE PARA EL SOL

A veces hay fructíferas casualidades que son el punto de salida para forjar una amplia carrera de éxito, aunque es cierto que siempre hay que apuntalarlas para conseguirlo. Porque es de esta forma, como empezó la historia de Punto Gofre.

Todo comenzó cuando Henry y un buen amigo, cansados del riguroso clima del invierno de 1978 en Bruselas, decidieron cruzar una apuesta en busca de un clima mejor. Sin pensarlo dos veces se dirigieron ambos al aeropuerto y apostados en el mostrador solicitaron a la azafata “un billete para el sol”. La casualidad quiso que ese primer vuelo tuviera como destino Alicante, -“preguntamos por la temperatura que había en Alicante y vimos que la diferencia ese día era de 37 grados por lo que no dudamos ni un segundo, y así con lo puesto y sin saber el idioma, llegamos a Alicante donde pasé cinco días antes de regresar”-.

Fueron pocos días, pero los suficientes para entablar relación con varias personas, entre ellos un español que hablaba francés y que un tiempo más tarde se convertiría en su empleado.

Pese a tener sus negocios de compra venta en Bélgica, Henry optó por un cambio de vida en busca de un clima más benigno y en viajes sucesivos investigó las posibilidades del mercado en Alicante. Quería innovar y presentar un producto novedoso.

Fruto de su amistad con un productor de gofres de su país y habiendo aprendido de este la manera de prepararlos decidió abrir en el verano del 78 su primer negocio, Mister Gofre, en la por entonces afamada Calle Mayor, lo que le supuso un esfuerzo inversor elevado, -“las personas que me conocían en Alicante me decían cariñosamente que estaba loco, ¿cómo podía montar una pastelería con un solo pastel?. La palabra loco ha sido una constante en mi vida empresarial, pero han sido unos cuantos los después me han dado la razón”-.

EN CONSTANTE CRECIMIENTO

El negocio empezó a funcionar más rápido de lo esperado, -“la gente preguntaba con gran curiosidad acerca de ese pastel caliente que se cocinaba delante ellos”- de forma que el siguiente año estaban abriendo un nuevo local en la Plaza de Correos.
A estos dos locales siguieron dos puntos de venta más, las cafeterías Miami y Ceylán situadas en la explanada, fruto del don de gentes de Henry y su amistad con los dueños.
Pero el espíritu expansivo de Henry hizo que Alicante se le quedara pequeño y junto a su socio decidió dar el salto a Madrid abriendo un nuevo local en plena Puerta del Sol, en la Calle del Carmen nº 1. “Esta fue una decisión muy acertada, aquella tienda fue literalmente “la bomba”, llegando a vender miles de gofres al día y reportándonos grandes beneficios comerciales”-.
Hasta esas fechas toda la producción había sido de manera artesanal, preparando la masa y haciendo el gofre casi in situ. Pero la firme convicción en su producto hace que Henry comience ha pensar en como preparar su pastel de manera industrial y con gran capacidad de producción, sin abandonar el mimo, el cuidado y la calidad que siempre ha tenido como ley máxima.
Paralelamente a este proceso, se crean las tiendas de Santa Pola y Campello. Esta última de 150m2 pasa a ser su principal centro productor instalando en la misma un gran congelador para congelar la masa, paso en el que fue pionero.

A finales de los 80 comienza a aparecer en su horizonte la palabra franquicia y junto con su hijo Philippe, uno de los puntales de la empresa, llegan a conseguir un total de 28 franquiciados especialmente a lo largo de la cornisa cantábrica y Galicia. Con el tiempo estos franquiciados adquirieron los derechos y Punto Gofre es su proveedor exclusivo de masa para gofres.

UNA FORMULA EXPONENCIAL

Los 90 fueron para Punto Gofre, años de crecimiento casi exponencial. Su traslado a una nave de 1100 m2 del Polígono Industrial del Pla de la Vallonga obedece a la falta de espacio en su tienda de Campello y a la introducción de nuevas maquinas para producción y envasado.

Su presencia en la Feria Alimentaria de Barcelona en 1993 y 1997 marcaron dos hitos importantes en la carrera comercial de Punto Gofre. -“La primera supuso la entrada en contacto con un gran número de distribuidores muy interesados en el producto y que ayudaron a que llegara a muchos rincones de España”. La segunda supuso un punto y aparte en nuestra carrera profesional, al entrar en contacto con el jefe de compras de la cadena de supermercados Mercadona, una relación que comenzó ahí y que lleva 17 años de andadura en común”-.

Otro hecho importante que ayudó al crecimiento exponencial de las ventas tiene que ver con un detalle que hasta ahora no había sido tenido en cuenta.

“Cuando decidimos servir el producto ya cocinado, envasado de forma unitaria nos surgió la duda del chocolate, ¿cómo podríamos poner chocolate en el dulce ya envasado?. La solución vino con la compra de una máquina muy cara que era capaz de embolsar el chocolate en bolsitas. De nuevo llegó hasta mis oídos la palabra loco, pero los resultados fueron espectaculares…”-.’

Una vez más, Henry mostró su capacidad de innovación, siendo el primero en el mundo en realizar esta práctica ahora utilizada por todas las firmas de la competencia.

Estas innovaciones hicieron crecer una vez más las cifras de negocio, obligándole a buscar unas nuevas instalaciones donde expandir la producción. De esta forma Punto Gofre se instaló en 2004 en una nueva nave de 4500 m2 en el Polígono Industrial de Las Atalayas, la que hasta el momento es su central de producción y núcleo de operaciones.

Durante los últimos siete años las cifras de negocio han seguido creciendo, haciendo frente a la obstinada crisis con altos estándares de calidad, con compromiso y con el saber hacer que han hecho de Punto Gofre una marca líder en el mercado.

DEDICACIÓN COMO FUENTE DEL ÉXITO

A su edad, Henry Juan Monsieur se define como un trabajador innato, -“no me importa trabajar, es lo que he hecho durante toda mi vida. Para mi no es un problema tener que venir los sábados y los domingos al trabajo…”-, que persigue las metas que se impone, -“la vida no es color rosa, hay que hacer que te sonría”.

Cuando te pones una meta hay que recorrer el camino hasta llegar, no se puede ceder por muchos contratiempos que surjan. La palabra suerte existe, pero no el hecho en si mismo, la fuente del éxito es la dedicación”-.

MOMENTOS

Henry Juan bajando del avión en el aeropuerto de Alicante durante su segundo viaje a nuestra tierra.

Los comienzos en la Crepería de la Calle Mayor con gran éxito de público.

Henry y su hijo Philippe en las modernas instalaciones de Punto Gofre dentro del Polígono Industrial de las Atalayas.